viernes, 15 de junio de 2007

Mr. Bush en los Balcanes

No dejan impresionar esas fotos enfocando a cientos de albaneses dándole besos en la mejilla a Bush. Con todo el desprestigio de su administración en Occidente, América Latina incluida. Algunos miembros de la Unión Europea también. Oriente Próximo ya no digamos. Y ahora esto.

Aún así, juzgar a los albaneses no podemos. Como dijo Emir Suljagic, sobreviviente de la masacre de Srebrenica, al ser entrevistado por El País en relación a su libro "Postales desde la tumba": "Me niego a juzgar a la gente por lo que hizo para sobrevivir". Al igual que Croacia y Bosnia, Kosovo también sufrió la crueldad de los serbios al intentar proclamarse como nación independiente. Y a diferencia de los otros dos, al menos la OTAN respondió.

Ahora Bush ha llegado a Albania abogando por la independencia de Kosovo, y Naciones Unidas se ha unido a ese llamado. ¿Qué pretende Bush exactamente con esto? Ante las recientes diferencias con Putin, tal vez mermar el "poderío ruso" en los Balcanes desafiando a Serbia, con algunos miembros del poder político y militar de entonces condenados por crímenes de guerra. Eso no estaría del todo mal si no fuera porque Bush ha ofrecido expresamente a Serbia la posibilidad de entrar a la Unión Europea y a la OTAN si admite la independencia de Kosovo. Faltaba más.

Indigna terriblemente ver que aún son muy, muy pocos los funcionarios de Milosevic juzgados y condenados por crímenes de guerra en Croacia y Bosnia, la resistencia de Serbia de entregar a Mladic y Karadzic y de paso viene Bush y ofrece estos privilegios diplomáticos a una nación que impulsó tremendo genocidio en territorio europeo a las puertas del siglo XXI. Quizá Bush no imagina la vergüenza que significó eso para Europa. A lo mejor no se le ha ocurrido pensar en el impacto futuro que semejantes palabras podrían tener en una región ya de por sí bastante conflictiva, con muchos traumas históricos latentes y rencores étnicos que podrían salir a la superficie en cualquier momento, de manera violenta. Bush llega, habla y se va, y cualquier represalia que tomen los serbios la van a sufrir nuevamente los albaneses de Kosovo. Es una posibilidad. Aparte de que después que eso suceda estará Kosovo pidiendo los mismos privilegios, reclamando el "trato preferencial" a los serbios, y las luchas de poder se fortalezcan.

O quién sabe si a lo mejor lo que anda buscando es un nuevo socio en su prioridad número uno: Irak. Aparte de Estados Unidos y Gran Bretaña, los únicos países con tropas en territorio iraquí son El Salvador, Polonia y Georgia, todos con necesidad del favor de Washington -quizás más El Salvador-. Irak, una guerra que se mantiene a pura compra de voluntades.

Por último, después de la decepción y vergüenza de Irak Bush necesitaba levantar su propio ego un poquito, y de paso recordarle al pueblo norteamericano que Estados Unidos está para llevar libertad y democracia a quienes no las tienen, de cara a las elecciones presidenciales del próximo año. Pero para ser franca, no creo que a los estadounidenses les interese gran cosa los Balcanes -tienen en la cabeza a Irak, Bin Laden y a Latinoamérica- y la dinámica de las repúblicas de la ex Yugoslavia es demasiado complicada para que Bush pueda simplificarla con el típico juego de buenos y malos.

Citas de contraportada y otros rituales

Hace unos años vi en una serie televisiva estadounidense cuyo nombre no recuerdo en lo absoluto un episodio sobre un joven escritor que un día de tantos conoció en persona a uno "de renombre", y pasa la media hora que dura el episodio -descontando los comerciales, claro- rogándole a este hombre que le regale una cita para su último libro. Después de mucho correr y rogar, el hombre accede y le da una cita que, francamente, decir que es para partirse de risa es una ofensa.

Pero el joven autor cumplió su cometido. Y el episodio cerró con un "final feliz". Bah! Cada vez que me encuentro con un libro debo admitir que al ver que está escrito en inglés ya me espero las tradicionales citas de la contraportada, esas resaltadas en letras doradas, plateadas, colochas que tratan de convencernos en dos o tres líneas -eso sí, aparte de atractivas, cortas!- por qué el libro que tenemos en nuestras manos es grandioso.

A decir verdad, esa práctica me molesta. Mucho. Soy una lectora sin remedio, y considero que quien escribe un libro es el que de verdad debe convencerme de la calidad del producto. Las opiniones podrán ser importantes, pero no deberían ser un parámetro para decidir si ese libro tiene todo el potencial de gustarme o no. Únicamente yo puedo decidir eso. Además, dado que las citas son muy cortas, nunca pueden aportar información valiosa sobre el contenido del libro o la forma en que está escrito. Más bien la finalidad es puramente comercial. Y eso también me molesta.

Leer es uno de los placeres más personalizados que existen, y algo que a uno le puede parecer grandioso a otro le parece un asco. El mismo libro. Las mismas ideas. Percepciones totalmente distintas. Y ambos pueden ser lectores por conocimiento y por convicción. Y eso atrae. Pero las citas pueden opacar esa sensación de unicidad, de que la forma en que yo me encontraré con esas páginas e ideas es muy particular y si yo quiero decir al final que es grandioso puedo y si no, pues no. Y no tendré en la contraportada -o en la portada, que es peor- citas de "autores de renombre" diciéndome que estoy equivocada si el libro no me gusta en lo absoluto.

La lectura es tan personalizada que incluso cada quien tiene sus propios rituales. Otra cosa que detesto con el alma es cuando los libros están totalmente empaquetados. Si un título me llama la atención, veo la contraportada -tratando de esquivar las citas, claro- y luego paso al índice, algunas veces hasta la introducción. Hay libros que me han atrapado hasta la primera frase. Y me han parecido grandiosos al terminar de leerlos. ¿Y las citas? No, sin citas. En ese momento únicamente yo he decidido por qué ese libro me ha impactado tanto, y tal vez así millones de lectores. Eso no tengo necesidad de saberlo, y quizás el no saberlo le añade placer a la cuestión.

Pero cada vez hay más libros con millones de citas recordándonos que la industria y el comercio están en todas partes, incluso en aquellos parajes que considerábamos más personales, y que muchos artes -el cine y la música quizá los más tocados- nacidos como tal se han convertido en sólo un par de opciones de entretenimiento.

domingo, 15 de abril de 2007

Profesionales de éxito

Recientemente estuvo en mi país un exitoso empresario que a la vez se dedica a "asesorar" a la juventud de varios países del continente. El título de este blog era el título de la ponencia que dio en una universidad local, a la cual asistieron numerosos jóvenes, estudiantes en su mayoría.

Podría decirse que fue una charla del tipo "esfuérzate y podrás hacer realidad todos tus sueños", tan de moda en estos días; no digo que tengamos que esperar que todas las buenas oportunidades nos vengan solas, y de hecho gran parte de la satisfacción al conseguir una meta proviene del esfuerzo invertido en ella, pero considero que esta afirmación no deja de ser peligrosa por dos razones:

Una, y es probable que quienes comulguen con la izquierda estén de acuerdo conmigo, es que ese es uno de los estandartes principales para justificar el capitalismo. Especialmente viviendo en la globalización, se nos sigue diciendo que es mentira que existan estructuras socioeconómicas, políticas e incluso culturales que contibuyen a acentuar las desigualdades sociales y la marginalidad, que la pobreza es "mental" y que si hay muchos que son pobres es "porque quieren". Que con esfuerzo se puede pasar de ser un vendedor ambulante a un exitoso empresario. En mi país, dado que el sector empresarial es sumamente fuerte, muchos eventos orientados a la "promoción de la juventud" y a formar "líderes" tienen este énfasis, como si nuestra medida como personas se obtuviera mediante nuestro poder para mantener o fundar empresas y para consumir en los lugares más exclusivos. Hasta ahí. El resto es nada.

Incluso uno de los ejemplos de esta persona, cuyo nombre omitiré, se refería a esto: "imaginen que están en la Gran Vía -uno de los centros comerciales más caros del país- y pueden entrar en cualquier restaurante sin preocuparse por los precios, porque podrán pagar de todos modos y llevar a quien quieran. Eso es el éxito". Un asco. No hay manera más suave de decirlo.

La otra razón, más espiritual si se quiere, se refiere a la total ausencia de la perspectiva de Dios en todo esto. "Esfuérzate y lograrás ser alguien". Punto. Y esta concepción es, en mi opinión, una de las más peligrosas, porque reduce nuestros destinos a lo que está en nuestro control, y se nos dice que no necesitamos de nadie para llegar a donde queremos. Y no es cierto: aún quien más se esfuerza, siempre tiene personas a quienes agradecer una oportunidad, un oído, una palabra de aliento, y por supuesto, como dice Juan el Bautista en el Evangelio, nadie puede tener nada si Dios no se lo da. Esta es la realidad.

Este tipo de consignas podrán ser útiles mientras se sube la "escalera al éxito". Y después? Qué pasa cuando se ha llegado a la cima? Qué queda de nosotros aparte del dinero, las acciones, las proyecciones en el mercado, los carros, los "amigos" ganados en los momentos de prosperidad? Y esto es quizá lo más terrible de la idea de éxito que se promueve. Porque reduce nuestra valía como personas en función de lo alcanzado, y de la cantidad de aplausos que recibamos. Mientras que por dentro nos despedazamos, nos ahoga la conciencia al recordarnos una y otra vez que sin todo eso no somos nadie. Y luchamos por mantener aquello que hemos ganado, con lo cual empieza lo verdaderamente peor de nuestra esclavitud.

Me preocupa especialmente la cantidad de esfuerzos existentes para "aleccionar" a nuestra "perdida juventud" diciendo que todo se hace por "su bien" y para que "sean alguien". Mientras se ocultan de manera imperdonable los esfuerzos de aquellos que han dejado todo a recibir el llamado del Maestro: sacerdotes, religiosas, misioneros, laicos comprometidos, profesionales y personas "comunes" preocupados por propagar el Evangelio en sus ambientes. Incluso entre quienes no tienen convicciones religiosas, hay muchos que se han decidido a dar pasos radicales en sus vidas para poder ayudar a otros, especialmente a aquellos que saben no podrán nunca devolverles el favor.

La esencia de una vida exitosa está, en mi opinión, no tanto en los aplausos y las condecoraciones, sino en las sonrisas recibidas de personas que amamos y que sabemos que, aunque no nos devuelvan necesariamente lo que dimos por ellos, sí nos corresponden el amor.

jueves, 8 de marzo de 2007

En el Día Internacional de la Mujer II

Siguiendo con la temática de hoy, hoy quiero hablar un poco del "feminismo". Para empezar, esta palabra se ha prestado a demasiadas interpretaciones equivocadas, y lo peor es que ha distorsionado el verdadero sentido de muchos movimientos de este tipo, sobre todo a principios de siglo XX.

A veces, cuando alguien me pregunta si soy feminista, prefiero decir "estoy totalmente a favor de la promoción de la mujer", simplemente. Hay demasiadas connotaciones para esa palabra, y una de las más difundidas es esa ridiculez de que las mujeres "quieren dominar el mundo". Esa percepción existe, y la verdad no creo que las organizaciones que se autodenominan feministas hagan mucho por cambiar eso.

Francamente no me gustan nada esos mensajes de "la mujer no tiene por qué esclavizarse teniendo hijos cuando puede tener una carrera brillante". Por supuesto que no estoy diciendo que no seamos capaces porque lo somos, y con creces. Conozco ejemplos brillantes de esto. Pero el punto, en mi opinión, es que muchos de estos discursos nos están haciendo perder la perspectiva. Si la naturaleza -y por lo tanto Dios- nos han encomendado esa tarea única de dar vida y nutrir, física, emocional y espiritualmente a quienes nacen de nosotros, de una manera que ningún otro ser en el mundo aparte de Dios puede hacerlo, no es casualidad. Tampoco el capricho de un "Dios machista". Y ciertamente no debe sentirse como una imposición.

Aún con todas mis aspiraciones profesionales, nunca miento cuando me preguntan si quiero tener una familia. Yo digo SÍ. Y estaría a dejar lo que fuera necesario para educar a mis hijos y dejar algo bueno a este mundo. Las mujeres modernas han demostrado gran capacidad de llevar todo a la par, hijos, esposo, carrera... pero dado que no somos "mujer maravilla" necesitamos ayuda, porque somos humanas y nos cansamos, nos da hambre, nos da sed y sueño. No podemos solas. Y tampoco creo que sea tan real la expectativa de tener esas tres cosas exactamente al mismo nivel. Los seres humanos somos limitados, y por tanto damos más a aquello que tiene más prioridad en nuestras vidas, y luego viene lo demás.

Unas veces es la carrera, y la familia sufre. Otras veces es la familia, y necesariamente la carrera se opaca un poco. Pero podemos elegir. Yo creo que a las mujeres latinoamericanas se nos enseña mucho a victimizarnos: ante una decepción amorosa, nos sentimos a merced de los "desconsiderados hombres", pero muchas veces nos cuesta asumir nuestras propias culpas, y menos aún recordamos que esas cosas suceden por malas decisiones de ambas partes, y en lo que nosotras también tuvimos nuestra parte. En este sentido, nos hace falta recordar que, al igual que los hombres, por pertenecer a la raza humana, tenemos libertad para elegir también. Y este 8 de marzo es un buen día para recordar esto, porque no tenemos por qué vivir existencias impuestas.

Si una mujer decide dedicarse totalmente a su familia, criando a sus hijos en casa, bien por ella -yo personalmente las admiro muchísimo, y me enorgullece decir que mi madre es una de ellas-. Si en cambio otra opta por la soltería para ponerse al servicio de los demás, o si otra busca influir positivamente desde la política y muchas otras cosas, bien por todas ellas. Pero no puedo decir lo mismo de quienes deciden sacrificar todo lo bueno por fines egoístas -reconocimiento social, dinero, lujos, viajes-, porque toda decisión tomada con esos fines se convierte en esclavitud a la larga.

Demasiadas veces he escuchado expresiones que aluden a los hijos como los "obstáculos por excelencia" para lograr todo aquello que cualquiera podría desear. Estoy cansada, de verdad, por escuchar tanta mentira. Si bien, como dije antes, una decide a qué dar prioridad, esos comentarios pierden sentido. Soy consciente de que no lograría "todo" lo que podría lograr profesionalmente teniendo hijos y estando allí para ellos, pero me entusiasma saber que mi prioridad no es esa, incluso si quiero trabajar cuando me case.

Una empresa puede sustituirnos en cuestión de días o semanas, pero cuando faltemos quien de verdad nos va a extrañar es la familia. Y este día quiero aprovechar, con todo respeto para las feministas, reivindicar mi derecho de convertirme en la mujer que quiero ser.

En el Día Internacional de la Mujer

Hoy se celebra nuevamente el Día Internacional de la Mujer, como se ha venido haciendo durante varios años cada 8 de marzo. Es bonito empezar el día y recibir al menos una felicitación por esta fecha, y por supuesto, porque soy mujer y por tanto destinataria también de esta celebración.

Dado que no toda la gente se acuerda, uno valora más aquellas muestras de aprecio recibidas con este motivo, es verdad, pero también es bueno ponerse a pensar que no es un cumpleaños, no es "feliz navidad", ni nada de eso. Al contrario: este día debería recordarnos las múltiples formas de discriminación que día a día sufren muchas mujeres en todas partes del mundo, en sus hogares, en sus trabajos, en la calle... Por ejemplo, en mi país es bastante común para una mujer, sobre todo una mujer joven, ir por la calle y que cualquier hombre -o grupo de hombres, generalmente lo hacen cuando están en grupo, los muy cobardes- puede hacerle comentarios de tipo sexual sin que la mujer pueda defenderse o protestar, porque quien lo hace "no es una señorita".

Con esto, a las mujeres no nos queda otra que acostumbrarnos a recibir diariamente comentarios con el más alto nivel de estupidez. Yo por lo menos nunca he podido, y más de alguna vez he protestado. No me avergüenzo de decirlo, e incluso más de alguna vez los hombres se quedan lívidos, callados, al ver que una mujer les responde muy mal -porque hay quienes lo hacen de muy mala manera, con más ira- porque eso no era parte del libreto. Absurdo.

Este práctica goza de un alto nivel de aceptación social, y la única manera en que una mujer no puede ser objeto de esto es tener un hombre a la par, sea el padre, el hermano, el novio, el esposo, pero con un hombre cerca se limitan a mirar. Así de simple, y de absurdo.

Y pensar que hay muchísimas otras formas de violencia contra la mujer que son socialmente aceptadas en muchas partes del mundo, bastante peores. Obviamente un blog no alcanza para enumerarlas todas, y eso nos mueve a pensar en el sentido de estos días mundiales, internacionales, regionales, nacionales... ¿Realmente contribuyen, aunque sea en una medida pequeña cada vez, a mejorar las cosas? ¿O se quedan en un cúmulo de eventos llenos de palabras grandilocuentes?

Por una serie de trampas políticas, mi país quedó recientemente fuera de la directiva de la OIM. Aunque esa haya sido una de las causas principales, también tuvo que ver el hecho de que somos de los países de América Latina sin un ministerio enfocado específicamente a la promoción de la Mujer, solamente una dependencia gubernamental con menos alcance. Si bien es cierto que el tener cien ministerios no necesariamente implica un mejoramiento de las condiciones de vida de las personas -tristemente hay muchos ejemplos de eso en nuestro continente- sí dice mucho de las prioridades de un gobierno, y de una sociedad entera. Y por lo visto aún falta mucho para que la mujer sea considerada como tal.

viernes, 23 de febrero de 2007

A alta hora de la noche

Les compartiré un par de poemas de un escritor de mi tierra, El Salvador, llamado Roque Dalton. Activista de izquierda, fue asesinado por sus mismos camaradas de la guerrilla en el año 1975, 5 años antes de que comenzara la guerra civil en El Salvador que duró 12 años y dejó más de 70 mil muertos.
Espero que les gusten.

A alta hora de la noche

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendría la muerte y el reposo.
Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos
sería el tenue faro buscado por mi niebla.

Cuando sepas que he muerto dí sílabas extrañas
di flor, abeja, lágrima, pan, tormenta
no dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.

No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto:
desde la oscura tierra vendría por tu voz.
No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre
cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.


Desnuda

Amo tu desnudez
porque desnuda me bebes con los poros,
como hace el agua cuando entre sus paredes
me sumerjo.

Tu desnudez derriba con su calor los límites,
me abre todas las puertas para que te adivine,
me toma de la mano como un niño perdido
que a ti dejara quietas su edad y sus preguntas.

Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo
pasa a ser mi universo, el credo que me nutre;
la aromática lámpara que alzo estando ciego
cuando junto a las sombras los deseos me ladran.

Cuando te me desnudas con los ojos cerrados
cabes en una copa vecina de mi lengua,
cabes entre mis manos como el pan necesario
cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.

El día que te mueras te enterraré desnuda
para que limpio sea tu reparto en la tierra,
para poder besarte la piel en los caminos,
trenzarte en cada río los cabellos dispersos.

El día en que te mueras te enterraré desnuda
como cuando naciste de nuevo entre mis piernas.

Un castillo de Bretagne

Sé muy poco de Bretagne, una provincia francesa ubicada al noroeste, en territorio normando. A diferencia de los paisajes provenzales, quizá más soleados, los paisajes normandos son más sobrios. Aunque sea verano y la luz del sol esté fuerte, siempre se percibe cierta "frialdad" en las fotos -siento no haber encontrado una palabra mejor-, una distancia entre el lugar y el espectador, como si ese paisaje perteneciera a un sueño o algún recuerdo ya perdido en el tiempo.

Más o menos esa impresión me dejó esa foto de un pequeño castillo de Bretagne que se alza pleno frente al mar, en lo alto de un acantilado. Sublime. No solamente la fotografía en sí misma, sino lo que evoca esa imagen. Al verla, me siento como en el 1200 -o antes-, e imagino un atardecer que busca reflejar sus colores en el agua tremendamente azul del mar. Desde el castillo miro ese paisaje imponente, y en un momento lo único que escucho es el viento viniendo del mar. Lo único que huelo es una mezcla de grama húmeda y sal, y solamente el cielo, el mar, mi castillo y yo le damos vida a ese pedacito de tiempo que se nos ha prestado.

Un amigo que vive en Francia me dijo una vez que para él Bretagne era "la verdadera Francia". Lejos del metro, los innumerables anuncios comerciales y el montón de turistas. Podría ser. Tendría que ir personalmente, sacar ese momento de la imaginación y darle vida de una vez, y volverlo más rico y hacerlo que respire, porque la realidad se especializa en superar a la ficción en estos casos -aunque no siempre lo consiga-.

Y uno aprende

Les comparto en este espacio un poema de Jorge Luis Borges, un escritor argentino de gran talante. Toda la poesía y la prosa poética y los adornos del mundo no bastarían para escribir un comentario sobre este poema que encierre toda su belleza y esencia. Lo único que puedo decir es que hacemos de nuestras vidas el poema que queramos, no más. Cortesía de mi buen amigo Allan ;-)

Y uno aprende

Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferenciaentre sostener una manoy encadenar un alma,
y uno aprende que el amorno significa acostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender
que los besos no son contratos y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos
y uno aprende a construirtodos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma decaerse en la mitad.

Y después de un tiempouno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardíny decora su propia alma,
en lugarde esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...
y con cada día uno aprende.

Jorge Luis Borges

Errare humanum est

Hace poco salió publicada la noticia en la Deutsche Welle: Un programa de computadora que "juega" ajedrez -Deep Fritz- le ganó al campeón mundial en ese deporte. Seis días duró el evento, y él no ganó ninguna de las partidas; pero no todo es del todo negro: aunque no ganó ninguna, la máquina le logró ganar solamente dos veces y cuatro veces hubo empate. El ruso Vladimir Kramnik se defendió hasta lo último, no solamente él y su prestigio mundial, sino a toda la raza humana frente a las máquinas.

No niego que uno no deja de sentirse mal por eso, sobre todo con el auge increíble -y por qué no decirlo, muchas veces incómodo- de las máquinas. Películas, artículos y demás han vendido la imagen apocalíptica de que las máquinas nos van a volver tan innecesarios que terminarán acabando con nosotros. Tal vez no necesariamente nos maten, pero sí nos vuelve más cómodos, más inútiles incluso: antes uno se aprendía los teléfonos de memoria, pero ahora, con el directorio del celular, uno no se aprende muchas veces ni el propio número ni el de la madre ni el del jefe. Todos somos víctimas de esto, es un mal de nuestro tiempo.

Las máquinas son como el dinero, como las tarjetas de crédito: no son buenas ni malas en sí mismas, sino que su impacto se lo da el tipo de uso que se le dé. Bien utilizadas son estratégicas para alcanzar gran número de metas y facilitarle el trabajo y la vida a las personas, pero mal usadas pueden ser unos demonios tangibles.

Ya muchas veces se ha dicho que el libro en Internet sustituirá al libro impreso, lo cual, para fortuna de los que somos devoradores asiduos de páginas y letras, y que de paso disfrutamos el ritual que acompaña la compra de un libro nuevo -tocarlo, sentir el olor de las páginas, hojear alguna página al azar para ver qué nos dice, etc.- no creo que llegue a darse tan radicalmente. Ciertamente la tecnología facilita mucho el acceso a los libros, tanto en cuanto a precio -muchos son gratis- como en cuanto encontrar ejemplares que no se venden en el país, pero sería una verdadera tragedia -no exagero- que la tecnología llegara a sustituir esos placeres tan humanos.

Para muestra, otro botón: el fútbol. Varias veces, creo, la FIFA ha debatido utilizar un aparato que especifique bien si hubo gol, el tiempo que tardó en entrar, la velocidad de la pelota y esas cosas. Pero nunca se ha aceptado, ni a nivel de FIFA ni a nivel de afición, por qué? Los fanáticos del fútbol podrán precisar mejor las fechas que yo, pero todo mundo recuerda todavía aquella final -o semifinal?- en la que Inglaterra le ganó a Argentina con un gol que, ahora se sabe con certeza, no fue gol. Pareció que entró a la portería pero no. Increíble cómo se les fue a los argentinos el sueño de las manos, especialmente muy poco después de que perdieron las Malvinas, ante el mismo rival, pero en el terreno político y no futbolístico. Un trauma histórico que todavía duele. ¿No se podrían evitar estas cosas con un pequeño aparatito? Pero no.

Y la razón no deja de tener un tinte idealista, casi poético: el fútbol, con sus aciertos y sus errores, se disfruta así como es. Un partido sería sumamente aburrido con un aparato en vez de árbitros a los que todo el mundo culpa cuando algo sale mal, y las peleas de los jugadores, y los debates de la afición que ve el partido en el estadio y en la televisión. Hay todo un derroche de emociones que, me atrevo a decir, no lo da ningún otro deporte, y "curiosamente", entre los menos cotizados y más aburridos están los que usan aparatitos. El fútbol no lo hace la pelota, ni las reglas, lo hace la gente que le pega a la pelota, los árbitros y jugadores que no siempre respetan las reglas, y la afición que disfruta de todo eso y que podrían recordarles las reglas de vez en cuando a todos ellos. Lo hacen los que gritan gol no importando a quien despierten, los que ven a su semana venirse abajo porque perdió su equipo favorito y eso.

Con estos dos ejemplos espero mostrar mi punto: las máquinas podrán pensar igual o más que nosotros, pero sentir jamás podrán, y ni siquiera los errores que tanto nos molestan son malos en sí mismos, porque las máquinas vienen programadas, pero nosotros no. Podemos aprender, reír, llorar, pelear, arrepentirnos, disculparnos, amarnos... VIVIR! Concluyo con el párrafo final de la noticia citada:

"Deep Fritz no jugó mejor, sino que un error del ruso le significó la derrota. Y, ya lo decía el dicho, errare humanum est. Como también lo es improvisar, fantasear, amar y tantas otras cosas en las que ninguna computadora podrá superar a los seres de carne, hueso y corazón".

domingo, 11 de febrero de 2007

El arte de "Bloggear"

Para abrir: una reflexión sobre el arte de "bloggear"

Empiezo ahora un nuevo blog. He tenido varios que se quedaron con una o dos entradas, como mucho. Otro más que sí ha "visto" y "sido parte" de 5 ó 6 meses de mi vida, la de mi país y la del mundo a veces. Pero ahora ese blog tendrá que mudarse. Ahora me mudo yo, aunque sea virtualmente.

Se ha escrito en repetidas ocasiones acerca de la afición por el grueso de cibernautas por tener un espacio en el que le cuenten al mundo -literalmente, al mundo- sus andanzas y malandanzas, las aventuras que no siempre la rutina diaria deja ver. Porque vivir es una aventura, y también lo es el escribir. Puede decirse que escribir es una forma de vivir dos veces, porque una cosa es lo que realmente te pasa, lo que sentis, lo que pensas, lo que crees y queres y otra es la forma en que lo contas. Y qué porción de todo ese mundo interior contas.

Mi hermano dice que tener un blog es como un exhibicionismo disfrazado, es una forma de buscar -y enfrentar- la atención que no sos capaz de manejar en la vida real. Indica una insatisfacción. Yo no estoy de acuerdo, al menos no totalmente. Vargas Llosa, por ejemplo, dice que uno busca escribir como una forma de expresar la insatisfacción que el mundo real nos inspira, y hasta cierto punto es cierto. Digo hasta cierto punto porque hay una diferencia fundamental entre el arte de "bloggear" y el escribir ficción: con la ficción uno inventa una realidad totalmente distinta, la vuelve a hacer; en cambio, el blog sirve para reinventar el modo en que ves tu propia vida, es aportar una mirada distinta y sacarle más jugo a eso que llamamos cotidianidad.