viernes, 23 de febrero de 2007

A alta hora de la noche

Les compartiré un par de poemas de un escritor de mi tierra, El Salvador, llamado Roque Dalton. Activista de izquierda, fue asesinado por sus mismos camaradas de la guerrilla en el año 1975, 5 años antes de que comenzara la guerra civil en El Salvador que duró 12 años y dejó más de 70 mil muertos.
Espero que les gusten.

A alta hora de la noche

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendría la muerte y el reposo.
Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos
sería el tenue faro buscado por mi niebla.

Cuando sepas que he muerto dí sílabas extrañas
di flor, abeja, lágrima, pan, tormenta
no dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.

No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto:
desde la oscura tierra vendría por tu voz.
No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre
cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.


Desnuda

Amo tu desnudez
porque desnuda me bebes con los poros,
como hace el agua cuando entre sus paredes
me sumerjo.

Tu desnudez derriba con su calor los límites,
me abre todas las puertas para que te adivine,
me toma de la mano como un niño perdido
que a ti dejara quietas su edad y sus preguntas.

Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo
pasa a ser mi universo, el credo que me nutre;
la aromática lámpara que alzo estando ciego
cuando junto a las sombras los deseos me ladran.

Cuando te me desnudas con los ojos cerrados
cabes en una copa vecina de mi lengua,
cabes entre mis manos como el pan necesario
cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.

El día que te mueras te enterraré desnuda
para que limpio sea tu reparto en la tierra,
para poder besarte la piel en los caminos,
trenzarte en cada río los cabellos dispersos.

El día en que te mueras te enterraré desnuda
como cuando naciste de nuevo entre mis piernas.

Un castillo de Bretagne

Sé muy poco de Bretagne, una provincia francesa ubicada al noroeste, en territorio normando. A diferencia de los paisajes provenzales, quizá más soleados, los paisajes normandos son más sobrios. Aunque sea verano y la luz del sol esté fuerte, siempre se percibe cierta "frialdad" en las fotos -siento no haber encontrado una palabra mejor-, una distancia entre el lugar y el espectador, como si ese paisaje perteneciera a un sueño o algún recuerdo ya perdido en el tiempo.

Más o menos esa impresión me dejó esa foto de un pequeño castillo de Bretagne que se alza pleno frente al mar, en lo alto de un acantilado. Sublime. No solamente la fotografía en sí misma, sino lo que evoca esa imagen. Al verla, me siento como en el 1200 -o antes-, e imagino un atardecer que busca reflejar sus colores en el agua tremendamente azul del mar. Desde el castillo miro ese paisaje imponente, y en un momento lo único que escucho es el viento viniendo del mar. Lo único que huelo es una mezcla de grama húmeda y sal, y solamente el cielo, el mar, mi castillo y yo le damos vida a ese pedacito de tiempo que se nos ha prestado.

Un amigo que vive en Francia me dijo una vez que para él Bretagne era "la verdadera Francia". Lejos del metro, los innumerables anuncios comerciales y el montón de turistas. Podría ser. Tendría que ir personalmente, sacar ese momento de la imaginación y darle vida de una vez, y volverlo más rico y hacerlo que respire, porque la realidad se especializa en superar a la ficción en estos casos -aunque no siempre lo consiga-.

Y uno aprende

Les comparto en este espacio un poema de Jorge Luis Borges, un escritor argentino de gran talante. Toda la poesía y la prosa poética y los adornos del mundo no bastarían para escribir un comentario sobre este poema que encierre toda su belleza y esencia. Lo único que puedo decir es que hacemos de nuestras vidas el poema que queramos, no más. Cortesía de mi buen amigo Allan ;-)

Y uno aprende

Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferenciaentre sostener una manoy encadenar un alma,
y uno aprende que el amorno significa acostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender
que los besos no son contratos y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos
y uno aprende a construirtodos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma decaerse en la mitad.

Y después de un tiempouno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio jardíny decora su propia alma,
en lugarde esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...
y con cada día uno aprende.

Jorge Luis Borges

Errare humanum est

Hace poco salió publicada la noticia en la Deutsche Welle: Un programa de computadora que "juega" ajedrez -Deep Fritz- le ganó al campeón mundial en ese deporte. Seis días duró el evento, y él no ganó ninguna de las partidas; pero no todo es del todo negro: aunque no ganó ninguna, la máquina le logró ganar solamente dos veces y cuatro veces hubo empate. El ruso Vladimir Kramnik se defendió hasta lo último, no solamente él y su prestigio mundial, sino a toda la raza humana frente a las máquinas.

No niego que uno no deja de sentirse mal por eso, sobre todo con el auge increíble -y por qué no decirlo, muchas veces incómodo- de las máquinas. Películas, artículos y demás han vendido la imagen apocalíptica de que las máquinas nos van a volver tan innecesarios que terminarán acabando con nosotros. Tal vez no necesariamente nos maten, pero sí nos vuelve más cómodos, más inútiles incluso: antes uno se aprendía los teléfonos de memoria, pero ahora, con el directorio del celular, uno no se aprende muchas veces ni el propio número ni el de la madre ni el del jefe. Todos somos víctimas de esto, es un mal de nuestro tiempo.

Las máquinas son como el dinero, como las tarjetas de crédito: no son buenas ni malas en sí mismas, sino que su impacto se lo da el tipo de uso que se le dé. Bien utilizadas son estratégicas para alcanzar gran número de metas y facilitarle el trabajo y la vida a las personas, pero mal usadas pueden ser unos demonios tangibles.

Ya muchas veces se ha dicho que el libro en Internet sustituirá al libro impreso, lo cual, para fortuna de los que somos devoradores asiduos de páginas y letras, y que de paso disfrutamos el ritual que acompaña la compra de un libro nuevo -tocarlo, sentir el olor de las páginas, hojear alguna página al azar para ver qué nos dice, etc.- no creo que llegue a darse tan radicalmente. Ciertamente la tecnología facilita mucho el acceso a los libros, tanto en cuanto a precio -muchos son gratis- como en cuanto encontrar ejemplares que no se venden en el país, pero sería una verdadera tragedia -no exagero- que la tecnología llegara a sustituir esos placeres tan humanos.

Para muestra, otro botón: el fútbol. Varias veces, creo, la FIFA ha debatido utilizar un aparato que especifique bien si hubo gol, el tiempo que tardó en entrar, la velocidad de la pelota y esas cosas. Pero nunca se ha aceptado, ni a nivel de FIFA ni a nivel de afición, por qué? Los fanáticos del fútbol podrán precisar mejor las fechas que yo, pero todo mundo recuerda todavía aquella final -o semifinal?- en la que Inglaterra le ganó a Argentina con un gol que, ahora se sabe con certeza, no fue gol. Pareció que entró a la portería pero no. Increíble cómo se les fue a los argentinos el sueño de las manos, especialmente muy poco después de que perdieron las Malvinas, ante el mismo rival, pero en el terreno político y no futbolístico. Un trauma histórico que todavía duele. ¿No se podrían evitar estas cosas con un pequeño aparatito? Pero no.

Y la razón no deja de tener un tinte idealista, casi poético: el fútbol, con sus aciertos y sus errores, se disfruta así como es. Un partido sería sumamente aburrido con un aparato en vez de árbitros a los que todo el mundo culpa cuando algo sale mal, y las peleas de los jugadores, y los debates de la afición que ve el partido en el estadio y en la televisión. Hay todo un derroche de emociones que, me atrevo a decir, no lo da ningún otro deporte, y "curiosamente", entre los menos cotizados y más aburridos están los que usan aparatitos. El fútbol no lo hace la pelota, ni las reglas, lo hace la gente que le pega a la pelota, los árbitros y jugadores que no siempre respetan las reglas, y la afición que disfruta de todo eso y que podrían recordarles las reglas de vez en cuando a todos ellos. Lo hacen los que gritan gol no importando a quien despierten, los que ven a su semana venirse abajo porque perdió su equipo favorito y eso.

Con estos dos ejemplos espero mostrar mi punto: las máquinas podrán pensar igual o más que nosotros, pero sentir jamás podrán, y ni siquiera los errores que tanto nos molestan son malos en sí mismos, porque las máquinas vienen programadas, pero nosotros no. Podemos aprender, reír, llorar, pelear, arrepentirnos, disculparnos, amarnos... VIVIR! Concluyo con el párrafo final de la noticia citada:

"Deep Fritz no jugó mejor, sino que un error del ruso le significó la derrota. Y, ya lo decía el dicho, errare humanum est. Como también lo es improvisar, fantasear, amar y tantas otras cosas en las que ninguna computadora podrá superar a los seres de carne, hueso y corazón".

domingo, 11 de febrero de 2007

El arte de "Bloggear"

Para abrir: una reflexión sobre el arte de "bloggear"

Empiezo ahora un nuevo blog. He tenido varios que se quedaron con una o dos entradas, como mucho. Otro más que sí ha "visto" y "sido parte" de 5 ó 6 meses de mi vida, la de mi país y la del mundo a veces. Pero ahora ese blog tendrá que mudarse. Ahora me mudo yo, aunque sea virtualmente.

Se ha escrito en repetidas ocasiones acerca de la afición por el grueso de cibernautas por tener un espacio en el que le cuenten al mundo -literalmente, al mundo- sus andanzas y malandanzas, las aventuras que no siempre la rutina diaria deja ver. Porque vivir es una aventura, y también lo es el escribir. Puede decirse que escribir es una forma de vivir dos veces, porque una cosa es lo que realmente te pasa, lo que sentis, lo que pensas, lo que crees y queres y otra es la forma en que lo contas. Y qué porción de todo ese mundo interior contas.

Mi hermano dice que tener un blog es como un exhibicionismo disfrazado, es una forma de buscar -y enfrentar- la atención que no sos capaz de manejar en la vida real. Indica una insatisfacción. Yo no estoy de acuerdo, al menos no totalmente. Vargas Llosa, por ejemplo, dice que uno busca escribir como una forma de expresar la insatisfacción que el mundo real nos inspira, y hasta cierto punto es cierto. Digo hasta cierto punto porque hay una diferencia fundamental entre el arte de "bloggear" y el escribir ficción: con la ficción uno inventa una realidad totalmente distinta, la vuelve a hacer; en cambio, el blog sirve para reinventar el modo en que ves tu propia vida, es aportar una mirada distinta y sacarle más jugo a eso que llamamos cotidianidad.